sábado, 27 de agosto de 2016

QUE NADIE PIERDA SU SILLA EN EL BANQUETE DE LA VIDA

El pasaje del Evangelio de mañana nos habla de que Dios Padre, y Madre, nos quiere  por igual a todos y a cada uno. No somos dueños del mundo, pero todos y cada uno somos hijos del Dueño.


Por eso tenemos una dignidad que nada ni nadie tendría que robarnos. Y por eso, entre nosotros, no deberíamos entrar en ningún tipo de competición ni buscar puestos primeros en el corazón de Dios porque ya somos y estamos así en él.



Todos y cada uno de nosotros somos los primeros en el Amor de Dios, pero sabiendo que, como cualquier buen padre o buena madre, su corazón se inclina hacia los más necesitados.
Estamos llamados e invitados a sentir y actuar como nuestro Dios, con amor y misericordia, y olvidarnos de sobresalir por encima de los demás.
Con Dios en nuestro corazón, debemos buscar que nadie pierda su silla en el banquete de la vida ni que nadie se vaya pal gallinero.

DÍA DE SANTA MÓNICA Y DÍA DE SAN AGUSTÍN DE HIPONA

Hoy es día de Santa Mónica, madre de San Agustín, y mañana es día de San Agustín, hijo de Santa Mónica.


San Agustín es una de las personas más inteligentes que han existido, un gran pensador, escritor... y un gran santo. Él fue el que fundó la orden de los Agustinos.
San Agustín se crió en un ambiente cristiano por su madre. Pero él estaba en otras cosas: viviendo de mala manera o metiéndose en creencias tan falsas y dañinas.
Su madre rezaba cada día para que su hijo cambiara de vida y se convirtiera en cristiano. Los sermones de San Ambrosio hicieron también algo para que Agustín se convenciera de que el cristianismo era la religión verdadera. Pero tardó en hacerse cristiano porque no se sentía fuerte para cumplir las exigencias cristianas, hasta que al final lo hizo y comenzó una nueva vida: fue bautizado y ordenado sacerdote y más tarde se convirtió en un obispo.
Pasó el resto de su vida amando a Dios y haciendo lo posible para que otros le amasen. Corrigió fuertes enseñanzas falsas, vivió de manera sencilla y se preocupaba por los pobres. Predicaba muy a menudo, y oraba frecuente y profundamente. 
Ya, en entradas anteriores sobre este santo, hemos visto frases muy hermosas suyas, y aquí va otra. Se dice que en la pared de su habitación tenía la siguiente frase escrita en letras grandes: "Aquí no se habla mal de nadie."
Santa Mónica es un ejemplo de madre cristiana y San Agustín es un ejemplo de persona que supo cambiar de vida y buscar la verdad hasta encontrarla en Cristo, al que descubrió como la verdad total de su vida y de toda la humanidad.

lunes, 22 de agosto de 2016

PASAR OLÍMPICAMENTE NO FORMA PARTE DEL VOCABULARIO CRISTIANO

Han pasado las Olimpiadas, se han acabado y vuelven dentro de cuatro años, en Tokio 2020.


Pasan las Olimpiadas, pero nosotros no podemos pasar olímpicamente de nuestro prójimo ni de lo que le pase.
Una cosa es que pasen las Olimpiadas y otra es que pasemos olímpicamente de las personas.  
¿Qué es eso de "pasar olímpicamente"?
Se piensa que la celebración de las Olimpiadas se inicia de manera frecuente se inicia en el 776 antes de Cristo y su nombre se debe al lugar de su celebración: la villa griega de Olimpia, donde estaba situado el santuario más importante del dios Zeus. Se celebraban cada cuatro años, entre los meses de julio y agosto.
El valor de los Juegos antiguos fue variado: representaba una manifestación religiosa de respeto y obediencia a los dioses; contribuía al desarrollo armónico del cuerpo y del alma; pretendía favorecer la amistad entre pueblos y ciudades.
Los griegos creían en unos dioses que vivían en el Monte Olimpo y que miraban a los humanos con soberbia y desdén, de manera altanera y pasando de ellos. De ahí parece venir el significado de esa expresión.
Nuestra fe cristiana está puesta en un Dios, todo Padre, todo Madre, que nos ama a más no poder y que en ningún momento pasa de nosotros.
Nuestra fe está puesta en un Dios encarnado en Jesús que nos enseño, con su persona y su vida entregada, a no pasar de los demás, ni siquiera de nosotros mismos.

domingo, 21 de agosto de 2016

LAS OLIMPIADAS DAN MUCHO RELI-JUEGO

Se están acabando las Olimpiadas de este año en Río y en la madrugada de mañana veremos la ceremonia de clausura.
El tema de las Olimpiadas da mucho juego y se le puede sacar mucho partido desde muchos puntos de vista, incluso del religioso, tanto que muchas parroquias, organizaciones eclesiales y hasta profesores de Religión, han organizado Olimpiadas de Reli o Relicat Games para que chicos y chicas demuestren sus conocimientos religiosos en diferentes pruebas. Y hasta una de estas iniciativas tiene su mascota y todo: Consagrito.






Por otro lado, además de todos los valores humanos que se refuerzan con el deporte olímpico, también se refuerzan valores evangélicos. No hay más que ver ciertas imágenes donde algunos deportistas muestran su fe en Dios o su solidaridad con algún rival que necesitase ayuda. Además de la bandera olímpica, estos atletas llevan a Jesús en su corazón, portan la bandera de un Dios que da la vida por todos y saben cuál es su meta y su verdadero oro.






Se terminan las Olimpiadas de este año, pero nuestra olímpica vida cristiana tiene que seguir adelante. Nuestro mundo y su gente lo necesita.

LA PUERTA ESTRECHA SE ENSANCHA CON EL AMOR Y LA MISERICORDIA

El pasaje del Evangelio de hoy nos habla de cómo para amar y seguir a Jesús, muchas veces tenemos que escoger un camino difícil, entrar por una puerta estrecha por la cual no podemos pasar si vamos cargados con nuestros egoísmos y nuestras avaricias.
La puerta se ensancha, se hace más grande y se abre de par en par si llevamos con nosotros amor, misericordia, ternura, compasión... y estaremos al otro lado sin darnos cuenta, al lado de lo que Dios quiere para todos y cada uno.
Lo importante no es la medida de la puerta, sino la medida de amor... Y saber que Jesús es la Puerta ayuda mucho.






jueves, 18 de agosto de 2016

EL CRISTO REDENTOR DE RÍO Y LAS OLIMPIADAS

Río de Janeiro, la ciudad de Brasil en la que se están celebrando las Olimpiadas de este año, tiene una gigante imagen de Jesús presidiéndola. Es un símbolo religioso que abraza la ciudad con sus brazos abiertos.


Eso no impide que a sus pies la pobreza, las injusticias, la violencia y muchas miserias se adueñen de la ciudad.
Millones de veces visitada, fotografiada, y protagonista de escaladas arriesgadas y de selfies atrevidos... no significa que todos los que se acercan a ella sean creyentes. La mayoría lo hacen por turismo, por aventura, por moda...


Cuando las Olimpiadas llegan hasta ella, la ciudad y el país se encuentran en unas circunstancias muy difíciles, lo que da paso a mucha polémica y a muchas voces críticas y contrarias a su celebración debido a la situaciones problemáticas que afectan a su gente.
Por eso, muchos artistas han cogido la imagen del Cristo Redentor, como así se llama esta gigantesca estatua, para reflejar lo que acabo de comentar.
Luego están otros artistas que le ponen creatividad y humor, con imágenes más simpáticas y desenfadadas, porque eso también hace falta y despierta la esperanza.
Y también están los que proponen una visión más cercana a los niños y hasta para colorear.
Aquí van unos cuantos ejemplos.












PARÁBOLA DE LAS OLIMPIADAS

Estamos metidos de lleno en las Olimpiadas que se están celebrando en Brasil. Además de un acontecimiento deportivo, supone un encuentro de culturas, de costumbres, de pensamientos, de religiones... y es también una manifestación de un deseo, la de un mundo en paz unido por el deporte.


Como todas las grandes creaciones humanas, tiene una carga de cosas muy positivas, pero también entran en juego muchas cosas negativas que le restan esa grandeza a la que aspira, sobre todo teniendo en cuenta que en muchos de los países en los que se organizan hay muchas injusticias y muchas desigualdades sociales, con la riqueza en manos de unos pocos y con mucha pobreza en la mayoría de su población.


Fijándonos en todo ello, podríamos convertir el tema de las olimpiadas en una parábola de nuestra fe, de nuestro seguir a Jesús y de nuestros intentos de convertir nuestro mundo en Reinado de Dios.


No nos hace falta competir para conseguir el oro. Todos y cada uno  de nosotros somos amados por Dios. Y, para Él, todos y cada uno somos el "Number One". ¿Qué más oro?


Y, si acaso hay un número 1, ése Dios, es Jesús, el que lleva la antorcha que ilumina y guía nuestra vida de creyentes y de trabajadores del Reino.




No competimos, no queremos ganar unos sobre otros. Nuestra meta está en lograr que todos ganemos en dignidad, libertad, justicia, paz, alegría...


Con Jesús, todos y cada uno somos ganadores y con la fuerza del Espíritu Santo podemos mucho.


Y somos un gran equipo, unidos por la fe en Jesús y la esperanza de un mundo más mejor para todos. Unidos podremos vencer ese mal que se quiere colar haciendo trampas, y eso se logra marcando metas de amor, misericordia, justicia, solidaridad...