domingo, 4 de septiembre de 2016

LA VIDA CRISTIANA NO ES UNA CRUZ, ES ALIVIAR CRUCES

El pasaje del Evangelio de hoy nos invita a elegir qué o a quién ponemos como centro de nuestra vida y nos habla de qué debemos hacer si elegimos a Jesús.
La cruz es un artilugio de tortura y muerte dolorosa que Alguien convirtió en un símbolo de Vida para todos.
La vida de cada uno está marcada por cruces que hacen dura nuestra vida: problemas, enfermedades, falta de trabajo, dificultades en los estudios... Y la vida del mundo también: hambre, pobreza, guerras, injusticias...
Esas cruces forman parte de nuestra vida pero si nuestra vida toma forma de cruz (=Vida entregada por los demás con amor), la cosa cambia.
Seguir a Jesús significa una manera nueva y mejor de poder llevar nuestras cruces y aliviar la de los demás.
Poner a Jesús en el centro de nuestra vida es poner en el centro de nuestro corazón todo aquello que sirve para aliviar las cruces, las nuestras, las de los demás y las del mundo: misericordia, ternura, solidaridad, justicia, alegría...
Escribir nuestra vida con el lápiz de la cruz de Jesús es crear Vida.




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